Basada en una muy exitosa novela, ‘La cabaña’ es una película que tiene muy bien definido a su público meta, por lo que difícilmente dejará satisfechos a los advenedizos que se aparezcan por las salas, a los que les parecerá un filme poco atractivo.

Tras una salida familiar, la vida de Mack Phillips (Sam Worthington) se desmorona ante el secuestro y asesinato de su hija más pequeña, el hecho trastorna su vida familiar y sobre todo su relación con Dios, a quien culpa por haber permitido la calamidad que lo aqueja.

Al paso de algunos años, Mack es sorprendido al recibir en su buzón una misteriosa carta donde el mismo Dios le invita a pasar unos días con él, en el sitio donde asesinaron a su hija, una cabaña en la montaña, para ayudarle a curar sus penas.

La realización de la película es muy similar a otras películas de temática religiosa, protagonizada por personas lindas que interpretan personajes unidimensionales y con una fotografía donde resalta una alta iluminación, y plagada de lindas frases.

El problema de ‘La cabaña’ es que su narración se torna por momentos torpe, con una duración excesiva (133 largos minutos) que se vuelven eternos en su último tramo, justo donde debería emocionar y mover a la reflexión, cuando el personaje de Mack se encuentra con la santísima trinidad en persona, en escenas reiterativas y totalmente discursivas.

A eso hay que sumarle otra plana actuación de Worthington, frases rimbombantes y metáforas obvias que mueven al espectador a una única posibilidad de reflexión y a más de dos horas de tedio.


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