Ford, Wilder, Hitchcock y Hawks son los cuatro grandes del cine estadounidense; si tuviera que añadir a cuatro más incluiría a Huston, Wyler, Walsh y Fritz Lang, el cual vería reforzada su posición por su trayectoria inicial en su país de origen, Alemania.
Esta película que puede considerarse tanto un melodrama como un Noir es una demostración perfecta de cómo hacer cine. Perfecta en cada encuadre, en cada situación y en cada diálogo.
La trascendencia de la existencia humana, la náusea por vivir, o el empeño en la superación y la lucha continuada contra la adversidad. La bondad, los sentimientos retorcidos, la esperanza, la desazón. Todo, absolutamente todo queda aquí retratado. La pulsión sexual, el amor por la descendencia, las dudas transcendentales ante el futuro y ante el presente. Fritz Lang no deja nada de lado en esta maravilla del Séptimo Arte.
Las interpretaciones perfectas, absoluta y rotundamente perfectas.
Una joya sin parangón del maestro tuerto, a quien tanto debemos, llamado Fritz Lang.