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Voto de Fendor:
8

Voto de Fendor:
8
6,8
510
5 de octubre de 2015
5 de octubre de 2015
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá una vida menos saludable, pero también más plena y como cine una experiencia bastante más enriquecedora:
- Beber para desahogarse, para fraternizar, para olvidar, para recordar o para exaltar las emociones.
- Fumar para calmarse, para meditar, para ralentizar el tiempo, para confraternizar o para iniciar conversación y conocerse.
- Amar para potenciar la vida, para sacarle más partido o encontrarle algún sentido, para ser felices o infelices con excusas más trascendentales (aunque lo sean sólo para nosotros mismos). Y el sexo como parte del proceso, para enamorarse también a veces y en momentos más pequeños y vacíos rebosantes de placer. Llenos.
En el fondo Hill of Freedom no es más que un pedazo de vida, trivial y reflexiva. Narrada con ligereza y libertad creativa, la naturalidad de las actuaciones y las situaciones tan corrientes que se dan (a pesar de lo inusuales que son como cine más allá de Hong Sang-soo), meten al espectador en este juego divertido y entrañable de tan sólo una hora de duración.
Además, si dicho espectador ha viajado solo al extranjero, o ha tratado con varios foráneos y ha mantenido más de una conversación en un idioma que no es el suyo ni el de su interlocutor, encontrará varias de las escenas y conversaciones especialmente graciosas. Y si ha tratado con asiáticos capitalistas, ni le cuento ya.
En fin, nada realmente nuevo dentro de la carrera del director surcoreano, un autor recomendable siempre, aunque, lógicamente, su filmografía se debe consumir con moderación y con responsabilidad, como el alcohol, el humo, las endorfinas y otros tipos de adicciones.
- Beber para desahogarse, para fraternizar, para olvidar, para recordar o para exaltar las emociones.
- Fumar para calmarse, para meditar, para ralentizar el tiempo, para confraternizar o para iniciar conversación y conocerse.
- Amar para potenciar la vida, para sacarle más partido o encontrarle algún sentido, para ser felices o infelices con excusas más trascendentales (aunque lo sean sólo para nosotros mismos). Y el sexo como parte del proceso, para enamorarse también a veces y en momentos más pequeños y vacíos rebosantes de placer. Llenos.
En el fondo Hill of Freedom no es más que un pedazo de vida, trivial y reflexiva. Narrada con ligereza y libertad creativa, la naturalidad de las actuaciones y las situaciones tan corrientes que se dan (a pesar de lo inusuales que son como cine más allá de Hong Sang-soo), meten al espectador en este juego divertido y entrañable de tan sólo una hora de duración.
Además, si dicho espectador ha viajado solo al extranjero, o ha tratado con varios foráneos y ha mantenido más de una conversación en un idioma que no es el suyo ni el de su interlocutor, encontrará varias de las escenas y conversaciones especialmente graciosas. Y si ha tratado con asiáticos capitalistas, ni le cuento ya.
En fin, nada realmente nuevo dentro de la carrera del director surcoreano, un autor recomendable siempre, aunque, lógicamente, su filmografía se debe consumir con moderación y con responsabilidad, como el alcohol, el humo, las endorfinas y otros tipos de adicciones.