Repito, ni épica ni estética. Todos sabemos que los films firmados por Ridley Scott están muy condicionados por el guión. El director inglés es incapaz de sobreponerse a un guión malo o regular. Eso sí, es un artista en el manejo de la cámara y de las imágenes, aunque no siempre lo consigue trasplantar a sus obras. Este es el caso. Con un guión más que plano, lo que se supone que debería ser una película justificativa del mito se convierte en algo que navega rumbo al tostonazo, sin llegar a tocar tierra, eso sí. Increíble que no sepa sacar provecho artístico de las escenas bélicas.

Poco más que añadir de un film que si no vas, tampoco es que te pierdas nada del otro mundo; y que si vas, pues siempre puedes apreciar la fotografía, el decorado, la música, los grandes actores, todo ello que hace que el cine sea diferente a cualquier otro tipo de arte, dicho esto sin desmerecer, antes todo lo contrario.