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España España · Tarragona
Voto de Luigi:
8
Drama Adaptación de un libro de John Carlin (Playing the enemy). En 1990, tras ser puesto en libertad, Nelson Mandela (Morgan Freeman) llega a la Presidencia de su país y decreta la abolición del "Apartheid". Su objetivo era llevar a cabo una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995, la celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby fue el instrumento utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional. (FILMAFFINITY) [+]
30 de enero de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En rugby, una vez que te llega el balón ovalado, hay tres opciones: pasársela a un compañero situado por detrás de ti, chutar la pelota hacia delante, o apretar el balón contra el pecho y avanzar con él soportando las embestidas de los contrarios. Esto último es lo que hizo Nelson Mandela, cuando una vez tomado el poder decidió hacer del rugby el elemento de unión de blancos y negros en una sociedad al borde de la guerra civil.

Clint Eastwood nos da otra muestra de más de saber cinematográfico, de centrarse en el discurso narrativo clásico sin aspavientos o alardes innecesarios. No llega a la altura de su anterior película, “Gran Torino”, pero brilla a mucha más altura que la media actual. Es en los detalles pequeños que esto se percibe, como en esa imagen de un gran Matt Damon en el vestuario después de una derrota, o en casi cualquiera de las escenas que reflejan los sentimientos y pensamientos de un también gran Morgan Freeman.

La historia es bien conocida, aunque respetaré a aquellos que no la conozcan, pero hay que decir que si algún guionista se le hubiera ocurrido una historia así, le hubiéramos tildado de demasiado imaginativo, ¡qué cosas tiene la vida!

Una queja tengo, empero. Como modesto aficionado al rugby he echado en falta una filmación más deportiva que puramente cinematográfica de las escenas deportivas, con planos más abiertos que permitieran ver con mejor perspectiva el juego, aunque puedo entender, que conste, la opción elegida.

Para acabar, expresar un sentimiento que rompe con el final feliz: ¡qué pena que quince años después Sudáfrica haya perdido casi un millón de blancos por emigración!, demostrándose que eso que llamamos multidiversidad es, en muchas ocasiones, más una quimera que una realidad, ¡sígamos intentándolo!
Luigi
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