Acostumbrados a tanta película en que el protagonismo se lo llevan los efectos especiales, contrasta esta producción donde importa más el mundo de las ideas que otra cosa. Hannah Arendt acuñó el concepto "banalidad del mal" para referirse a los actos perversos realizados por una persona que los siente como meros deberes inherentes a su oficio. Desmontó así el arquetipo del nazi sádico que goza torturando. Sus compatriotas judíos nunca se lo perdonaron. La película nos va presentando en primer lugar la personalidad de las distintas personas que rodean a la ya por entonces famosa ensayista y profesora. La narración es morosa y nada efectista. Luego, tras la publicación del famoso trabajo, vemos las distintas reacciones que se producen en ese entorno que ya conocemos. Buena interpretación de Barbara Sukowa en el papel de la filósofa. El conjunto resulta verosímil e invita a la reflexión y a la lectura de la obra. ¿Qué más pedir? La película está hablada en alemán, inglés y hebreo, según donde o con quién se desarrollen los diálogos. El verla en V.O. subtitulada evita que se desvirtúe esa banda sonora.