¿Pero dónde has estado, no sabes qué hora es? Frases como esta me harté de escuchar a mi madre, las madres de mis amigos y demás madres que poblaron mi mundo infantil. Las mismas frases se repitieron durante décadas para expresar la preocupación, y angustia de una mamá en cuanto sus hijos no estaban donde debían, cuando debían. He visto madres a punto de caer desmayadas al ir a buscar sus niños al cole porque han tardado diez minutos en aparecer. Otto tuvo que ser huérfano de madre y no haber ido nunca a buscar a sus hijos al colegio para no saber cómo se angustia una madre cuando intuye, con o sin razón, problemas para sus hijos. La mamá de Bunny: no. La mamá de Bunny durante dos tercios de la película prácticamente no reacciona al no encontrar a su hija. Se me ocurren dos posibilidades: o Otto la está dirigiendo horriblemente, o Carol Lynley es una actriz horrorosa.
La penosa actuación de Miss Lake no nos permite meternos en una trama que a duras penas se mantiene a base de un torpe suspense. La cuadrilla de secundarios en personajes increíbles no colaboran a que lleguemos a preocuparnos de verdad por lo que le ha pasado a la niña. Mención especial para Noel Coward que aparece siempre en el momento preciso para hacer que la película no avance y deleitarnos con unas cuantas secuencias que lo mejor que se podía haber hecho con ellas era suprimirlas.
En la última media hora aparece el loco de diseño, expresamente creado para que el guión pueda tener razón de ser. La historia del cine, americano principalmente, está plagada de dementes como éste cuya locura principal es asociarse con el guionista para que la historia intente funcionar. Como en este caso raramente lo consiguen.
Preminger vuelve a decepcionarme una vez más. Si queréis ver algo de él, de memoria recomiendo "Porgy and Bess", al menos Armstrong y Ella Fitzgerald nos deleitan con sus interpretaciones.