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España España · Coslada (MADRID)
Voto de BAKUNIN:
6
Drama México. Estado de Chihuahua. Comunidad de los Menonitas. Johan, casado con Esther, con la que tiene siete hijos, vive desde hace dos años una historia de pasión con Marianne. Entre sus dos vidas, sus dos mujeres, la elección es imposible. Confiesa su situación a su amigo Zacarías y a su padre, que es predicador y considera que la vida de su hijo se halla bajo la influencia del diablo. Sin embargo, los dos lo apoyan, lo compadecen. Y lo envidian... (FILMAFFINITY)  [+]
6 de abril de 2010
32 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, a todos aquellos que:
a) piensan que “Ordet” es una obra maestra,
b) creen que “Luz silenciosa” es un plagio de la anterior,
c) consideran a Bergman el maestro de los maestros,
les invito a saltarse esta crítica e ir directamente al NO de “¿Le ha resultado interesante...?”

¿Sigues leyendo? Pues ahí va.
Ya le “puse unas buenas banderillas” a “Ordet” (expresión usada por cierto usuario al que aprecio) en una crítica hace más de un año y no quiero insistir en ella, aunque ciertos críticos me incitan a ello con sus comparaciones entre ambas películas. La de Dreyer me aburrió por sus continuos diálogos y monólogos insípidos. La de Reygadas si aburre es por la falta de ellos, pero sobre todo por esos inacabables travellings y esos planos fijos que no aportan nada.

Ha habido películas que al carecer de cualquier información sobre ellas nos sorprenden positivamente. En cambio, creo que a “Luz silenciosa” le ocurre todo lo contrario si no estás informado de cómo debe ser tu predisposición:

1. Vedla relajados, en la tele (¡jamás en el cine!) a media tarde, no a la hora de la siesta ni después de la cena si no queréis caer en un sopor irresistible (Dura más de 2 horas)
2. El argumento es sencillo. Un padre de familia religiosa se enamora de otra mujer.
3. Se inicia la película con un amanecer (duración aproximada de 4 a 5 minutos). Os vais a encontrar con secuencias eternas (algunas bellas, otras tediosas), planos fijos innumerables (algunos meritorios, otros innecesarios), algún plano fuera de campo sin motivos, travellings interminables y monótonos.
4. La fotografía, el color, son magníficos. Lo mejor. Hay un incuestionable poderío visual.
5. Si sois capaces de llegar hasta el final tendréis la sensación extraña de engañifa bella.

Durante el proceso de un montaje se seleccionan unas secuencias y se descartan otras y se imprime el ritmo a la película. No sé cuales se descartarían pero sí sé cuáles no debería haber seleccionado el montador, o cuáles debería haber recortado para que el ritmo no pase de ser lento (que es el requerido, pues un ritmo normal acortaría la película a un cortometraje de 30 minutos escasos) a producir somnolencia y desinterés.

La historia no me entusiasma, pero la secuencia del desayuno en familia me cautiva aunque la estropea el actor que interpreta a Johan, pues su llanto es más falso que la moneda de 3 euros (claro que habrá alguno que dirá que el sentimiento de culpabilidad le induce a forzar las lágrimas para descargar un poco su conciencia). La secuencia del baño de los niños es hermosa. La de la carretera y la lluvia, también. Pero...

Los diálogos son insustanciales. En absoluto me gusta el final. El mensaje (si es que lo hay) no llega al corazón del espectador.

Aún así, la puntúo por encima de la de Dreyer. Porque no hay ningún lunático con su discurso religioso intrascendente, por el amanecer, por la lluvia, por el paisaje, por la luminosidad..., por el silencio.
BAKUNIN
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