Me esperaba una obra con la grandeza de la impresionante “Amadeus”. Cruel decepción.

Vaya por delante que soy admirador de Milos Forman, que Javier Bardem es uno de los pocos actores españoles que soporto y que Natalie Portman lleva camino de convertirse en una gran actriz de verdad, por encima de las sobrevaloradas Julia Roberts, Demi Moore, Kim Basinger, Michelle Pfeiffer, etc. (¿cómo comparar las citadas con las grandísimas Audrey Hepburn, Katherine Hepburn, Deborah Kerr, por citar sólo unas pocas?)

La historia folletinesca que nos cuenta el señor Forman no es aburrida, pero sí poco verosímil y no basada en hechos reales, pues la vida de Francisco de Goya carece de algún interés. Lo que importa es su obra pictórica y aquí uno esperaba algún tipo de análisis sobre los cuadros más famosos del genial pintor, algún detalle que despertara interés y amor a la pintura en el espectador (como nos despertó amor a la música clásica el personaje de Salieri en numerosas secuencias).

No aparecen los fantasmas de Goya por ningún lado. El guión pedía secuencias de la duquesa de Alba, de los Disparates, de los Caprichos, de los fusilamientos del 3 de mayo, de las Pinturas Negras. Pues nada de nada.

El folletín trata más la figura del monje inquisidor Lorenzo y sus fantasmas, por cierto,
Bardem está penoso, uno de los peores trabajos que yo recuerdo. Tampoco me convence Stellan Skarsgard haciendo de Goya. La Natalie no está mal, pero no es suficiente.
Todo por culpa de un guión deshilvanado, irregular, en el que resulta que los ingleses fueron los que salvaron España.

¿Mi consejo? Toma el transporte público y vete al Prado a ver los cuadros de Goya.