Ya es raro que la ficción mire a nuestro pasado, salvo hacia la república, la guerra civil y el inmediato franquismo, pero más aún que lo haga sobre el principal grupo terrorista que hemos padecido durante el último medio siglo largo, es decir la ETA. Dicho esto, "El padre de Caín" nos descoloca. Primero, porque son sólo dos capítulos. Y segundo porque no sé de qué va. Hay por ahí el secuestro de un empresario vasco pero resulta casi irrelevante. La miniserie, basada en la novela homónima de Rafael Vera, famoso Secretario de Estado socialista, más que abordar el problema terrorista, lo que hace es mostrar el sufrimiento de los guardias civiles que lo combaten, incluso entrando en el melodrama con una historia amorosa insulsa y apresurada pero que es necesaria para el desenlace que todos intuíamos con sólo ver el título. Por cierto, que la caracterización final es de chiste, Quim Gutiérrez con una barba de fundamentalista islámico, y Oona Chaplin y Aura Garrido que se mantienen igual de lozanas aunque hayan pasado 20 años, desde 1980/1981, cuando empieza, al 2001, que es cuando concluye.

Por desgracia, a "El padre de Caín" no le interesa profundizar lo más mínimo sobre lo que se ha llamado el "problema vasco", aunque trate de mostrar atentados, la "represión del estado" o el ambiente de solidaridad con la ETA. Pero es muy poca cosa. De hecho, no hay diálogos sobre esta materia, ni ideas, así que la serie te dejará con las mismas opiniones con las que empezaste a verla. Como hay tanta desinformación, a mi me hubiera gustado, por ejemplo, que se profundizara en la naturaleza de ETA, ahora nos cuentan que son "fascistas" o antidemócratas cuando son marxistas y sus reivindicaciones puramente democráticas, pero claro se puede ser asesino y a la vez demócrata, de hecho es bastante habitual. O su nacimiento al calor de esa nueva izquierda, tan alabada, que apareció en los años 60, aparentemente utópica pero altamente siniestra. O mejor aún, que nos diga como en los últimos años del franquismo la gran mayoría de la oposición democrática apoyaba a la ETA, celebraba sus atentados, por ejemplo, el de Carrero Blanco, o bien los defendían, como en el juicio de Burgos.