El maestro George Miller, después de sorprender al mundo con su saga "Mad Max" dio el salto a los Estados Unidos con "Las brujas de Eastwick", especie de comedia fantástica con un argumento tan atractivo como desarrollo extravagante. La idea me pareció buena, sin embargo, creo que sólo está parcialmente aprovechada. Estas tres chicas, interpretadas por Michelle Pfeiffer, Cher y Susan Sarandon, son más mujeres frustradas y aburridas que brujas. De hecho, parece que desconocen sus poderes. Lo que sí está claro es que no ejercen como tales, lo cual es un fallo.

Como galan imposible, un Jack Nicholson que se vuelve a comer la pantalla. En este sentido, la tradición brujeril establece que el demonio sexual puede ser tanto verdaderamente apuesto y seductor como feo, hortera y grosero. Me temo que nuestro misterioso hombre se decanta por la segunda opción, conquistando más por su capacidad pseudohipnótica que por otra cosa. Sea como fuere nos queda una obra que, si se piensa, puede parecer muy tonta, blanda y comercial, pero al mismo tiempo, resulta extrañamente entretenida, ya por la magia que hay, ya por lo diferente que es.