José Luis López Vázquez fue muy buen actor pero tuvo que dedicarse a papeles serios para que se le reconociera. En esta ocasión, se mete en el pellejo de Benito Freire, que no es más que el alter ego de Manuel Blanco Romasanta, famoso licántropo español de mediados del siglo XIX, acusado de matar a unas 13 personas. Quizás alguno lo recuerde por aquella película tirando a mala de Elsa Pataky, "Romasanta, la caza de la bestia" (2004), que va precisamente sobre este individuo. Lo curioso de este personaje real es que aseguraba, y así lo creían otros, que se transformaba en un verdadero hombre lobo.

En esta ocasión Pedro Olea prescinde de lo fantástico para apostar por la simple enfermedad mental, aunque en medio de una Galicia profunda, perfectamente retratada, de finales del XIX, llena de catolicismo, meigas, lobisomes, danzas del abejorro y otras creencias extrañas, me temo que ya desaparecidas. Si bien es una obra correcta, lo malo que tiene "El bosque del lobo" es que es demasiado lineal. A los diez minutos se desvela, por si había algún despistado, quién es el asesino y a partir de ahí la única duda es saber si alguna de sus víctimas se escapa, al menos la cría Teresinha (Inma de Santis) (SPOILER).