Mis señales de alarma particulares se dispararon, nunca mejor dicho, cuando descubrí que "El Francotirador" había sido la película más taquillera del 2014 en los Estados Unidos pero que ni siquiera había podido entrar en el top ten mundial. Este dato, que es inaudito en la historia del cine, revela que la obra ha gustado mucho en casa pero que fuera lo ha hecho muy poco. Y la única explicación posible es que es un producto patriotero-propagandístico para consumo local, como efectivamente es, por mucho Clint Eastwood que dirija. El largometraje, que está basado en un personaje real, Chris Kyle (Bradley Cooper), un fabuloso francotirador que causa estragos entre el enemigo durante la Guerra de Irak, transita de forma monótona entre las operaciones militares del héroe y sus vueltas al hogar, con un guión difuso que le hace dar tumbos de un lado a otro, una especie de mezcla de "En tierra hostil" (2008) y "Enemigo a las puertas" (2001). El único punto psicológico-dramático es la actitud de Chris ante lo que hace pero si se piensa un poco, no plantea ningún dilema y por lo tanto no resuelve nada. Para Kyle y me temo que para Eastwood todo está muy clarito: salvar a los tuyos, matar a los malos, defender a tu país, etc. Cualquier cuestión que le dé profundidad o haga pensar, como puede ser la postura de los iraquíes es ignorada por completa. Según se puede observar, los enemigos son unos entes que pululan por ahí, que no hablan y que lo único que hacen es morir por su villanía.

"El Francotirador" es una obra manipuladora porque no muestra nada de lo que fue realmente la Guerra de Irak. Los enfrentamientos podrían valernos para una cinta de acción pero intercambiar disparos en un pretendido drama bélico queda como una distorsión. Observad que los americanos en bloque se pasean por Bagdad, Faluya y demás urbes sin cometer ningún crimen de guerra, ni cosa parecida, como máximo algún empujón, mientras que sus rivales son traicioneros y les ataquen, aunque sean niños pequeños. Dicho esto, tan falso es mostrar a los invasiones como ángeles salvadores que como sádicos asesinos. En realidad la mayor parte de las opiniones contrarias a "El Francotirador", acusándola de maniquea, hacen lo mismo pero convirtiendo a los peligrosos terroristas musulmanes en "héroes que luchan por la libertad de su país". El asunto es bastante complicado porque si bien es evidente que los errores norteamericanos fueron graves tras la derrota de Sadam Husein, especialmente desastrosas fueron las medidas liberales de Paul Bremer, querer equiparar moralmente a las tropas yanquís con los núcleos terroristas afines a Al-Qaeda, que se entregan por sistema a cualquier tipo de brutalidad, es repugnante. Por supuesto, los segundos son infinitamente peores. Aún aceptando que la invasión iraquí del 2003 fuera una equivocación, no hay otra salida que apoyar a los aliados en su intento de pacificación, en defensa especialmente de la población local, la principal víctima del conflicto.