Uno de los éxitos del cine español de los años 40, de ese género histórico llamado de forma despectiva por algunos críticos como de "cartón piedra". Lo curioso de esto es que si en aquella época si realizaba este tipo de cine, digamos dramático, era para exaltar los valores del régimen pero si se tocaban temas más ligeros, comedia, romance, aventura o misterio, era para evadirse de la cruda realidad del mismo régimen. Es decir, que siempre hay una intencionalidad política prioritaria, lo cual es excesivo hasta para los primeros años del franquismo. En realidad, el estado sí controlaba el cine pero no para inculcar una ideología determinada sino para vigilar que no se atentase contra una serie de principios fundamentales, lo cual es muy diferente, como lo es en vez de obligarte a hacer X impedir que hagas Y, lo que nos indica que el franquismo nunca fue totalitario ni fascista, sino autoritario. Quien quiera profundizar en la diferencia entre un sistema y otro que consulte a Juan José Linz.

Pero me voy por las ramas. Después del éxito de la serie de televisión española "Isabel" (2012-2014) y en espera, con los dientes largos, de "Carlos, Emperador", que se anuncia para este 2015, es decir, la continuación por medio del nieto de la reina católica de la historia de ese turbulento periodo de la historia de España, finales del siglo XV y principios del XVI, "Locura de Amor" puede servir de perfecto interludio entre una ficción y la otra. O sea, desde la muerte de la soberana hasta la llegada de Carlos a España, que es más o menos, el tiempo en el que se mueve esta película. Aunque para Juan de Orduña lo más importante no es la historia sino la pasión amorosa de Juana la Loca y diría que el resto de personajes. Adaptación de la obra de teatro del mismo título de Manuel Tamayo y Baus, de 1885, "Locura de Amor" respira profesionalidad, buen gusto y sobre todo, teatro. Espléndida dicción, grandes actores y una trama que no por conocida pierde fuerza, ni tensión. Disfrutadla.