Aunque al principio no las tenía todas conmigo esta especie de remake ampliado del original "Fullmetal Alchemist" (2003) es bastante superior al original, de hecha la primera versión queda bastante desmejorada en la comparación. No obstante, no todo lo que sale en "Brotherhood" es mejor que en la primera. En realidad, lo ideal hubiera sido fundir ambas sagas y sin embargo seguiríamos estando lejos de una verdadera obra maestra de la animación. Pero por lo menos es una serie atractiva pese a que no aprovecha todo su potencial. Como decía, en este caso la trama, que se ve que es mucho más fiel a la original, está mejor explicada, es más coherente y es más lógica, se le da más cancha a algunos personajes secundarios o el dramatismo está mejor conseguido. No obstante, hecho en falta la pausa del "Fullmetal Alchemist" original, muchas de sus bromas o situaciones bobas y personajes prácticamente eliminados aquí, como es el caso de Scieszka. Aunque en "Brotherhood" aparecen otros nuevos de entre los cuales me quedo con Mei Chan, que es adorable y divertidísima, con su pequeña pandita y todo.

Pero como decía, "Fullmetal Alchemist", ya sea la del 2003 o la del 2009, sigue teniendo algunas carencias. Por ejemplo, pese a que mejora en claridad y consistencia, sigue habiendo flecos, puntos poco explicados, como puede ser la verdadera naturaleza de los homúnculos, y olvidos. Más grave aún es que los hermanos Elric siguen sin cobrar el protagonismo que se supone que tienen. De hecho, vuelven a ser eclipsados por completo por Roy Mustang y su equipo, especialmente su inseparable y bella Hawkeye. Por supuesto, los mejores momentos o capítulos son en los que toma el mando, como puede ser el enfrentamiento con Lujuria o con Envidia. De nuevo nos encontramos con la misma circunstancia que en el dibujo animado anterior: la trama que realmente funciona es aquella que rodea a Mustang. Repito lo que comenté en mi anterior crítica: la serie hubiera podido ser brillante con Mustang y Hawkeye como héroes, está pareja es magnífica, ¡me encanta!, y con una historia en el que se le saque todo el partido a los homúnculos. Por ejemplo, Bradley es tan bueno que todo lo que no sea profundizar en él es un error.