Seguimos con el invierno. Después de "El largo invierno" (1992) ahora toca "Un invierno en la playa", aunque esta coincidencia se debe a los dobladores al castellano porque en el inglés original se titula "Stuck in Love", algo así como "Atrapado en el amor". En fin, que se trata de una comedia romántica formada, más o menos, por varias tramas, que dirige y escribe el debutante director Josh Boone, que eso sí, cuenta con un reparto muy bueno. Tratando de abstraer del resultado final en sí, la mejor con diferencia es la del padre, Bill (Greg Kinnear), porque parte de una idea interesante: divorciado que espera volver con su ex porque sigue viendo química entre ellos.

Ahora bien, el guante blanco con el que he tratado hasta este momento a "Un invierno en playa" es completamente inmerecido. En realidad, es una obra odiosa de cabo a rabo que como efectivamente nos recuerda el usuario Tio Penthal, con el que estoy de acuerdo en todo salvo en pensar que la película es reaccionaria, te saca de ella como a los diez minutos. No se puede ser tan pedante, hablando de autores y canciones que nadie conoce porque son indie; tan "me creo superior" porque soy escritor, tan autocomplaciente con el éxito o tan frívolo a la hora de tratar el amor o las drogas, mueren al año más personas en Estados Unidos por su consumo que por armas de fuego.

Sin embargo, he de confesar que lo que más me ha enfurecido de este relato es el elenco de personajes femeninos horribles, adúlteras, cocainómanas, cretinas y zorras. Me irrita que si un señor hace X se le critique porque es un "machista" pero si lo hace una señora entonce está bien, es guay y encima se la premie. Si las mujeres tratan a los hombres como meros objetos sexuales me pregunto por qué no lo pueden hacer ellos con ellas. Por ejemplo, la tía ésta que va de cínica, Samantha (Lily Collins), es una asquerosa insoportable pero en pago a su liberación sexual le conceden al tonto enamorado que traga con todo, además del éxito como escritora. Sam, vete a la porra.