El mayor aliciente con el que cuenta este trabajo de discretísimo éxito comercial, ha recaudado sólo algo más de tres millones y medio de de dólares, es el reparto pero no tanto por Richard Gere, por lo menos en mi caso, sino por Odette Yustman, belleza latina, nacida en Estados Unidos pero de madre cubana y padre colombiano, con ascendencia también de Francia e Italia, a la que descubrí en "La semilla del mal" (2009). Ahora bien, si ésta última era aún peor que "La sombra de la traición", en cambio salía bastante más y estaba más guapa. En esta ocasión aparece a los 38 minutos, unos diez minutos antes se la ve de fondo así que ni cuenta, y luego en un par de escenas más, tan breves como de relleno. Así que por ella una decepción.

Yendo a la película en sí a los cinco minutos hemos pasado de una razonable intriga, ha habido un senador muerto y todos los que aparecen son sospechosos del asesinato, a una convincente corazonada que señala a X (SPOLER) como el culpable. Tampoco hay que darle demasiadas vueltas porque a los 28 minutos, estoy hoy con el cronómetro en mano, no se le ocurre otra cosa a Michael Brandt que reventar la trama mostrándonos a las bravas quién es el "malo", que luego resulta no lo es tanto, pero ese es otro tema. Con todo, esto no es lo peor sino que a fuerza de rizar el rizo para pretender darnos la sorpresa padre, termina montando un sinsentido. La verdad es que la película es amena pero si se piensa carece de lógica.