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Animación. Comedia. Musical. Infantil En los años 20, la joven Tiana vive en el barrio francés de Nueva Orleáns durante la revolución del Jazz. Este film supone el regreso de Disney a la animación tradicional con un nuevo clásico oficial (tras 'Zafarrancho en el rancho'). (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disney se moderniza con el protagonismo de una "princesa" negra pero al final, ésta es la evolución de menor importancia, si pensamos que ya las hemos tenido de todas las razas. Si vemos "Tiana y el sapo" sin parar en nada más que en disfrutarla es posible que nos guste. Por ejemplo, la animación en 2D es buena, algunos de los gags son graciosos, atención a la alocada Charlotte o la transformación de Lawrence en un ser horrendo... que es clavadito a Clark Gable, o la ambientación sureña es diferente, por más que se hagan un lío con las fechas. Supuestamente empiezan en ¿1913? pero la moda es de 1930, fecha a la que llegamos cuando Tiana crece, aproximadamente. Pero luego aparece el príncipe Naveen que va igual que Gene Kelly en "Un americano en París" (1951), que es de principios de los años 50. Pero a lo que iba: incluso hay personajes secundarios con cierto recorrido. Ahora bien, ni siquiera en el plano lúdico consigue hacerse notar más de la cuenta. Por ejemplo, ninguna canción te se pega. Así se explica que, aunque no fuese un fracaso comercial, recaudó 267 millones de dólares, se tuvo que conformar con un pobre, para Disney, puesto 24 en el ranking mundial del 2009.

Dicho esto, lo peor de "Tiana y el sapo" es el mensaje desmitificador y antirromántico que difunde. No quiero explayarme con el triste destino de Maldonia, que se va a quedar sin heredero porque su hasta "Príncipe de Asturias" o equivalente, prefiere convertirse en un fregaplatos a heredar un trono. De hecho, la patada a la realeza no sólo es a esta institución, ni siquiera a los valores que representa, sino que va más allá, desprestigiando al propio arte. Resulta que pelar setas tiene más valor que ser músico o saber bailar. Con esta nueva película se lanza una apología a la ética del trabajo, que es muy norteamericana y muy capitalista, si es que hay diferencias entre ambas. Dice Dragondave que para esta Disney las princesas no son "maravillosas, sino niñas histéricas deseosas de cazar un buen partido, y los príncipes ya no son esa noble casta ejemplar, sino tíos que chupan del bote familiar sin dar un palo al agua". ¿No es esto lo suficientemente destructivo? Pero hay más. Naveen le confiesa a ella que ha salido con miles de mujeres pero que a ella la quiere porque parece un hombre. Así el antaño conservador Disney se suma al ataque a la feminidad y al elogio de la mujer masculina.
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