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Voto de Reaccionario:
1
Drama. Romance Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) es un ex-figurante de cine admirador de Bogart. Tras robar un coche en Marsella para ir a París, mata fortuitamente a un motorista de la policía. Sin remordimiento alguno por lo que acaba de hacer, prosigue el viaje. En París, tras robar dinero a una amiga, busca a Patricia (Jean Seberg), una joven burguesa americana, que aspira a ser escritora y vende el New York Herald Tribune por los Campos ... [+]
8 de noviembre de 2014
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es uno de los muchos títulos que uno no debería ver para que así de ese modo conservar algo de la aureola mítica que se le atribuye como uno de los hitos del séptimo arte, aunque sea rupturista. Si el cine francés por regla general es bastante malo, si encima va de revolucionario, se convierte en algo horrorosa. Nunca pensé que algo, al menos tenido como serio, podía ser tan cutre como "Al final de la escapada". A su lado, el genuino Ed Wood parece hasta un profesional. De hecho como comedia tiene su gracia. Por ejemplo, la escena final, que supuestamente es cumbre, la he recibido entre carcajadas porque no se puede rodar de forma tan chapuza, desde "toma la pistola", sí, no, ahí te la hecho como si fuera una piedra, hasta las patéticas caras finales de Jean-Paul Belmondo, por más que inspirara al chico del Martini, pasando por los expeditivos agentes de policía.

Ahondar en los múltiples y garrafales fallos de la película, extras mirando a la cámara, errores de raccord brutales, montaje pavoroso a base de elipsis temporales, es tan obvio como en el fondo secundario, porque se alegará que Jean-Luc Godard lo hacía a posta. Así que vamos al meollo de la cuestión. De lo que aquí se trata es de romper con el lenguaje cinematográfico convencional, tenido por caduco y rancio en pos de otro revolucionario, en general. No en vano las conexiones de la "Nouvelle vague" con el comunismo son evidentes, así como las de Godard con el marxismo y el maoísmo, en el que acabó militando. Así en la técnica como en los protagonistas, amorales, pedantes, del mayo del 68 y modernos, rompe moldes pero al cambiar el orden de las palabras, el discurso pierde el significado. Lo que queda es una bobada y unos personajes imbéciles del todo.
Reaccionario
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