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Voto de Reaccionario:
4
Drama Tras un divorcio difícil, Lucas, un hombre de cuarenta años, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo empieza a ir mal: un detalle cualquiera, un comentario inocente y una mentira insignificante que se extiende como un virus invisible sembrando el estupor y la desconfianza en una pequeña población. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2018
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los errores más graves pero por desgracia no demasiado infrecuente en el cine es que la trama avance no por obra de los elementos que la forman si no por la estupidez humana. El planteamiento de "La caza" está bien, hombre acusado de abusos sexuales, incluso la puesta en escena o las interpretaciones, pero finalmente la película sucumbe por las trampas que se hace a sí misma. En un caso de este tipo lo primero es hablar con la posible víctima, con mucho tacto pero con firmeza pero sobre todo sin ideas preconcebidas: lo mismo puede ser real como una trola fantástica. Pero claro, los adultos en cadena reaccionan como bobos, de una forma totalmente acrítica, absurda e histérica, y luego la pequeña no se ve con fuerzas para echarse para atrás. A mí Klara (Annika Wedderkopp) me recordaba a la pequeña Lum de "Urusei Yatsura" (1981-1986) cuando al hacerse pipí en la cama cambiaba su sitio con el de Ran para que le regañaran a ella. Pero que esto no sirva para atacar a Lum, que era muy buena y Ran por supuesto que también, además qué monas están las dos de niñas. En cualquier caso y volviendo al tema, en la introducción me dicen que la película va sobre "la cacería" de una persona injustamente acusada. No, hombre, no, va sobre un grupo de idiotas, además salvajes, que empiezan a hacerle la vida imposible a un señor, que dicho sea de paso, apenas hace nada para demostrar su inocencia, es que ni se enfada. Digo yo que cualquier en su lugar reaccionaria con más energía, negándolo con indignación.

A todo esto, damos por sentado que es una acusación falsa porque Thomas Vinterberg nos deja bien claro de que es así, lo que al escabullirnos la intriga también me parece un fallo, aunque no tan grave como el que he señalado antes. Ahora bien, en algo sí puede tener razón, en la facilidad en la que las personas se pueden volver feroces linchadores de lo que consideran "un monstruo" o incluso algo "indeseable". Parece como que esa tendencia a mostrar ira ante un acusado de X les diera superioridad moral frente al resto bajo la ecuación de a más indignación contra ese delito, más en contra está. De este modo mantenerte calmado casi te hace sospechoso de simpatizar con el mismo. Ahí hay que darle un buen sopapo a los medios de comunicación y a las autoridades que a menudo jalean los instintos de la plebe pero me temo que esta política es consustancial a la libertad democrática: los medios son libres y las personas también para actuar como les plazca y cualquier código, salvo el penal, código moral o de urbanidad, no deja de ser una camisa de fuerza. Pero hay otro concepto aún peor: que Vinterberg desliza un discurso misógino nada casual. Entiendo que en Dinamarca, con tanta igualdad de género los hombres tienen que estar muy, muy quemados, pero es que se ha pasado. Observad que en este relato las hembras son malas, estúpidas y manipuladoras, la niña, la madre, la directora y hasta la ex mujer, mientras que los varones son las víctimas y los únicos que confían, se muestran bondadosos y actúan con sabiduría.
Reaccionario
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