La presente obra es la adaptación cinematográfica de la novela de Nelson Algren publicada en 1956 "A Walk on the Wild Side", pero con el inconveniente de que la han alterado por completo, se parece como un huevo a una castaña. Primer error. El segundo, antes de entrar en materia, es la mala, qué digo, nula ambientación para estar a principios de los años treinta, que es cuando se ubica temporalmente. Por suerte, el largometraje cuenta con un buen reparto, sobre todo femenino, aunque de todo este ramillete me quedo sin dudar con Anne Baxter, no sólo porque es la más guapa, lo siento Jane Fonda pero es así, sino porque su personaje es el más digno. Y también, porque se llama Teresina, es decir, como una de las criadas de "La Regenta" (1884-1885), una de las figuras más tórridas y erotizadas de la historia de la literatura universal. Y por lo tanto, más queridas por un servidor.

Siguiendo con las altas temperaturas, "La gata negra" se vende como una historia apasionada y escandalosa, al combinar romance, prostitución y lesbianismo. O al menos es lo que esperas. Sin embargo, y este es un problema gordo, Edward Dmytrick es incapaz de insuflar ni un gramo de erotismo a su relato a pesar de que lo tenía más bien fácil. Se alega en su defensa de que existía una censura que evitaba toda alusión directa pero ahí está el arte, pienso en la mencionada "La Regenta" (1884-1885), de erotizar lujuriosamente pero de forma sutil, sinuosa y no explícita. Pero para esto hay que saber, hay que querer, hay que atreverse o las tres cosas a la vez. Por el mismo camino otro enorme fallo reside en Hallie (Capucine) a la que jamás me creo ni como objeto de deseo sexual, ni romántico ideal, aunque me digan constantemente que sí lo es. A mí me parece fea y una petarda.