Steven Spielberg, como productor, de la mano de Colin Trevorrow resucita de nuevo a los dinosaurios para una especie de secuela o continuación de la saga de "Jurassic Park" (1993), con aire de reboot. Así entre la publicidad, el marketing y los recuerdos de juventud "Jurassic World" se ha convertido en uno de los éxitos comerciales no sólo de la temporada, ni siquiera de la década sino de toda la historia del cine. Con más de 1.671 millones de dólares recaudados se ha alzado como la cuarta más taquillera de todos los tiempos a precios brutos pero "sólo" la segunda del 2015 al quedar por detrás de "Star Wars 7" o "Star Wars: El despertar de la Fuerza" (2015). Eso sí, con precios ajustados a la inflación bajaría hasta al puesto 24, que de todos modos tampoco es moco de pavo o de velociraptor.

Sea como fuere me temo que la fama que ha adquirido está muy por encima de los que es "Jurassic World". En realidad nos encontramos con una película que es una copiada de la original de 1993 pero sin su encanto. Como dicen en los primeros minutos, ya nadie se sorprende por ver unos simples dinosaurios y eso mismo sucede si hemos crecido con la de Spielberg, que efectivamente sí causó impacto. De hecho, los reptiles parece mucho más auténticos que estos creados por ordenador. La presente tiene una trama, unos personajes, unos villanos y unas situaciones simplísimas, encima aderezadas por algunas paridas no muy relevantes pero que no se nos escapan. Como entretenimiento superficial podría llegar al aprobado pero como excusa para seguir con la saga no sé si me convence.