Si no fuera por la presencia de Miko Hughes en el papel de un niño autista pero superdotado, Simon Lynch, "Mercury Rising" sería un thriller como tantos otros, pese a que su trama vista de reojo parece apasionante. Basada en la novela de 1996 de Ryne Douglas Pearson narra los problemas en los que se mete el chaval cuando por accidente descifra un costosísimo y teóricamente ultrasecreto sistema de encriptación de una agencia de seguridad de los Estados Unidos. A partir de ese momento su vida corre peligro, como la de cualquier persona que le rodea. Afortunadamente contará con la ayuda del agente Jeffries del FBI, que es Bruce Willis haciendo de Bruce Willis.

"Mercury Rising" va de más a menos. Empieza con fuerza pero se va volviendo convencional a medida que pasan los minutos, es decir, predecible hasta un desenlace completamente desinflado, además de apresurado. El guión va uniendo casualidades, con errores y decisiones discutibles de los malos, que tampoco es que sean muy listos, dejando en el tintero algo más de acción que se echa en falta o suspense, por no hablar de una chica con un poco más de gancho. Ahora bien, lo que pierde como thriller lo gana como drama. Admito que es conmovedor ver al chico con sus rutinas o sus sufrimientos hasta el punto de que puedes echar alguna lágrima que otra.