Me siento a ver la película y al empezar, me doy cuenta de que ¡horror! es otra película "moderna". Esos recuerdos en forma de pesadilla de Ewan la delataron. Y de ahí hasta el final, un desastre.

La idea puede ser aceptable pero a los pocos minutos ese mundo opresivo te suena más bien a irreal. Pero, ¿cómo vas a estar angustiado por los residentes del complejo mientras hablan de bacon para el desayuno, juegan a los videojuegos y quedan en discotecas para tomar jugo de frutas? Lo prosaíco hace que se derrumbe el planteamiento inicial. A los quince minutos ya sabes por donde van a salir los tiros, a la media hora bostezas de aburrimiento y a partir de ahí, la acción echa por la borda el argumento central, el mensaje y la reflexión, y una concatenación de escenas ridículas (como cuando la chica da a luz y Ewan ve todo lo que pasa) condenan el filme.

Cuando una película merece un 1 es que todo está mal. Y ponerse a enumerar los fallos resulta cansino. Todo está mal: guión, actores (¡que papel el de Scarlet!), interpretaciones, historia, ritmo, las escenas de acción, el final, los diálogos, la ambientación, la banda sonora (¿tiene?), la trama, montaje, etc. Todo se compensa con efectos especiales a porrillo, sin ton ni son, explosiones, persecuciones infinitas y errores de bulto (como cuando revientan a tiros las ruedas a un camión, se para de golpe y luego, ¡vuelve a arrancar y se va!).

¿Qué le pasa al cine actual para ser tan malo? Pues a parte de lo dicho en el párrafo anterior,
es que tiene un estilo, una forma de narrar que es reconocible tanto en la forma como en el contenido. Y que es horrible.

El estilo moderno es una forma de rodar muy acelerada. No se mantienen los planos, se cortan constantemente haciendo que las escenas sean muy cortas y se sucedan a un ritmo acelerado (se puede comparar con el inicio de "Alien" que es todo lo contario). El espectador ve un sinfin de secuencias pero apenas tiene tiempo para asimilarlas. Con este ritmo es imposible crear atmósfera, los diálogos son inexistentes, la tensión se difumina y los actores no pueden ni actuar. Si a eso añadimos el gusto por el detalle a través del zoom o del primer plano, por los "ruiditos" (todo hace ruído, como cuando Sean Bean ata a Ewan en la silla para inyectarla esas cositas en el ojo), por la estética de videojuego, por el abuso hasta la saciedad de los efectos especiales, por la mania de utilizar realidad virtual, se entenderá mejor lo que digo.

Si encima en cuento al contenido, elaboramos tramas simplonas, donde rehuímos todo conflicto, toda reflexión, toda emoción, donde alteramos los valores "clásicos" por otros acordes con la sociedad actual (feminismo, igualitarismo, rechazo al heroísmo, pobreza de sentimientos, discurso políticamente correcto, valores democráticos y progresistas, etc.) el resultado no puede ser más que lo que es: cine moderno de una superficialidad constante.