Como siempre, la antigüedad no es pretexto para exonerar a una película. Recordad que, por ejemplo, "Sucedió una noche" es de un año antes. La presente "El delator" parte de una novela de Liam O'Flaherty para contarnos una historia de traición, culpa y redención. Suena bien pero el resultado es desastroso, cosa que podemos anticipar en la primera pelea en la que nuestro héroe voltea a un tipo. Difícil que no te de la risa. De entrada la película se la ve muy anticuada y envejecida, con largas pausas, gestos y un empleo de la música que delata que John Ford aún no se ha despegado del lenguaje del cine mudo.

Por supuesto, aspectos "menores" como decorados, vestuario, cuya ambientación es nula aunque el traje y los zapatos de Katie (Margot Grahame) son monos, o el escaso empleo de extras, revela que se trata de un producto muy rudimentario. La cosa podría arreglarse en parte si la historia, los personajes o los diálogos no fueran tan tremendamente simples, cosa que lo son, incluyendo una interminable juerga de alcohol, Fish & Chips y guantazos a lo Charles Chaplin. Aunque lo peor es que el protagonista es el más tonto que he visto en años, más aún que Katie, que da mucha pena. Para acabar, triste apoyo al IRA de Ford, como no.