Tercera película de "Urusei Yatsura", o lo que es lo mismo, una nueva tortura a cargo esta vez de Kazuo Yamazaki. Yo es que le tengo miedo a estas entregas porque como son algo especial, les dan por ponerse románticos, lo que en este caso es repugnante. Dicho esto, "Lum, la chica invasora: recuerda mi amor" es que está bien hecha. El dibujo es muy bonito, Lamu está muy guapa, la banda sonora destaca para bien e incluso tiene tres o cuatro momentos muy notables. Alguno entre Ataru y Lum sería bello si su romance fuera al menos normal pero siendo repulsivo una secuencia técnicamente buena lo que te produce es arcadas. Yo en cambio me quedo con la certera visión de Ruu sobre una Lamu antaño feliz pero que ha perdida la risa desde que conoció a Ataru Moroboshi, con la narración en off de Shinobu reconociendo que "la fiesta ha terminado", con Mendo ante una fogata "madurando como persona", con la pandilla y especialmente con Gafitas, qué momentazo con todas las fotos y "los recuerdos de juventud" de su idolatrada Lamu. Bravo por ellos. Pero, qué pena me das, Lamu.

Todo esto está muy bien, en serio, pero es que resulta que el largometraje vuelve a girar sobre el supuesto romance de Ataru y Lamu, así que mal vamos. De hecho, caemos en lo horrible con una historia trufada de trolas "románticas" para engañar a cualquier chica que se cruce con esta serie. Aunque los seguidores de "Urusei Yastura" son mayormente hombres, supongo que habrá alguna fémina aficionada, así que mucho cuidado. Por ejemplo, es una mentira inmensa creer que un hombre pasado un año o dos puede descubrir que ama a X. Si la quiere lo sabe en segundos. Si regresa pasado el tiempo es porque le ha salido rana todo lo demás y vuelve con la primera como premio de consolación. Por cierto, éste es el "amor" que siente Ataru por Lamu, mientras el resto están destrozados por dentro, esta cucaracha se dedica a perseguir a las hembras con total normalidad. ¡Qué tío más asqueroso y que romance más vomitivo! Pero encima hay una guinda envenenada para rematar la faena: el amor como sufrimiento, como pérdida de la alegría, tragar y aguantar, pero sólo para ella. Qué triste es todo.