Mal hecha, lo que se dice mal hecha, no diría que es por más que "Réquiem por un sueño" se entregue a un estilo indudablemente moderno a la vez que de cine independiente. Otra cosa distinta es que pueda gustar una película a la que hay que acercarse con cierto estómago, realmente asqueroso lo del brazo de Harry (Jared Leto), que por muchas pretensiones de Aronofsky no deja de ser una exhibición acelerada, vacía y superficial de droga, más droga y por último, droga para rematar, y un poquito de sexo, como no, aunque no mucho.

El meollo de la cuestión es que la película no quiere decirme, ni explica, ni ilustra nada, ni sobre las drogas, ni mucho menos sobre el sueño americano. A lo sumo, alguna obviedad o bien chorrada "crítica" pero que no lo es, como puede ser lo del programa televisivo. Sólo hay un momento en el que nuestro director consigue desembarazarse de la trivialidad efectista que es durante la conversación de Sara (una excelente Ellen Burstyn) con Harry y ofrecernos algo de sustancia. El resto, regular menos la bella Jennifer Connelly.