Seguimos con la fiebre turca, en este caso con una serie que al principio parece desmarcarse un poco del formato telenovela con un argumento que gira más sobre los trastornos mentales que sobre otra cosa. De hecho, por momentos podría parecer que es un thriller. Pero pronto los giros que va tomando, hay alguna muerte y un personaje que hubiera quedado mejor que no viviese (SPOILER), que la rompen, hasta convertirse en una ficción muy irreal, cursi, pelota y que no se toma en serio las cuestiones mentales. Resumiendo, “Inocentes” no es más que una fantasía femenina pero de las peores por su poca credibilidad, su memez y sus mensajes tóxicos.

"Inocentes" se sabotea a sí misma cuando partiendo de que los Deneroglu son una especie de bichos raros a los que nadie puede querer, se enamoran locamente y en masa de ellos o ellas. De hecho, hay una hermana de nulo atractivo y ningún valor social que llega a tener hasta tres pretendientes a la vez, a cada cual más entregado y más tonto, añadiría yo. Ridículo. En este sentido, la falta de naturalidad, la sosez y la pacatería de unos romances concebidos de una forma tan artificial me han recordando al juego de papás y a mamás. Es decir, que como los niños, están fingiendo sólo que se aman o son pareja, porque en realidad no saben cómo va nada de eso.