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5
Drama. Romance Primera Guerra Mundial (1914-1918) Narra la relación entre el joven corresponsal Ernest Hemingway y la enfermera de la Cruz Roja que le cuidó tras ser herido. Ernest es un muchacho valiente y decidido, pero también bastante irresponsable: durante una misión resulta herido y es trasladado a un hospital. Allí la enfermera Agnes se hace cargo de él. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2016
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya os anuncié hace poco, aquí está la crítica de "En el amor y en la guerra", que es una nueva adaptación, aunque no aparezca como tal, tras las de 1932 y 1957, de la novela de Ernest Hemingway "Adiós a las armas", publicada en 1929. De hecho, en la introducción nos dicen que está "inspirada" en la vida del escritor, no sé qué hay entonces de ficción pero creo que no demasiado, pero como el libro es autobiográfico acaba siendo todo lo mismo. En cualquier caso, las críticas hacia esta película fueron malas en su momento, me acuerdo, y dada la nota actual en esta página parece que no han mejorado con el paso de los años. Se trata de un drama romántico de factura clásica, normal con el británico Richard Attenborough en la dirección, bien ambientado, elegante y con cierta sensibilidad pero que también carece de chispa. Desgraciadamente cae en lo intrascendente y en varios tramos se hace un poco pesada. Tampoco ayuda el que como es la vida de este escritor norteamericano, sepamos qué va a pasar con este romance, ambientado en un hospital de campaña, en la Italia de 1918, aún en la primera guerra mundial. Bien, el meollo de la cuestión es que Hemingway (Chris O'Donnell) pone en el centro de sus deseos amorosos a una bella enfermera, Agnes von Kurowsky (Sandra Bullock), lo que me lleva a disertar sobre este extremo en el siguiente párrafo.

La enfermera es aún hoy uno de los iconos sexuales más fuertes, sin ir más lejos me pusieron, aunque sólo unos segundos y de refilón, el otro día en "The Mysteries of Laura" (2014-2016), una, con sus botas blancas altas y todo, de las que quitan el sentido, pero ya entonces a principios del siglo XX también lo era, junto a la criada y a la corista, aunque por la primera guerra mundial se puso de moda la cantinera o chica con look militar, muy sexy sea dicho. Se puede alegar que entonces nada ha cambiado pero en realidad sí lo ha hecho. La diferencia es que actualmente hay una disociación profunda entre realidad y ficción. Es decir, que las enfermeras de verdad no se ajustan para nada a la que podamos tener en nuestras fantasías. Y no me refiero a sus trajes o a su aspecto físico, aunque algo de esto también hay, sino a la propia esencia del rol. Sin embargo, en 1918 la distancia entre realidad y deseo era muy corta, motivo por el que los soldados, oficiales y varones en general se pirraban por las enfermeras, como le pasó a Hemingway. Hoy habrá muchos fetichismos pero dudo que estas profesionales sean más solicitadas que cualesquiera otras trabajadoras. La clave está en que existe un eficaz programa feminista de desexualizar y desfeminizar para evitar que la mujer sea “un objeto sexual” y así ser iguales al hombre. Por eso se ha impuesto la moderna enfermera neutra.
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