Porque es uno de los más personajes más planos, más insulsos, más falto de humanidad que he visto en mucho tiempo. Sólo le interesa la ciencia y cada vez que aparece en escena, cada vez que se pone a descurrir sobre astronomía y matemáticas, aparte de aburrir hasta a las ovejas, rompe el ritmo narrativo.

En realidad, la historia de Hipatia está cogida con pinzas e introducida a la fuerza en la historia general de la película. Cualquier relación entre lo que le pasa y lo que sucede a su alrededor es pura coincidencia. Da la sensación que se ha utilizado a Hipatia como símbolo feminista para que veamos lo lista, guapa e independiente que era. Pero ya está.

Afortunadamente la cinta se salva por la presencia del personaje de Davo, el esclavo, dividido entre el amor a Hipatia y el mensaje del cristianismo incipiente. La secuencia cuando se sacrifica en favor de una esclava cristiana, cuando espada en mano se gira para que Hipatia no lo vea, cuando se despide de ella, son muy buenas. Cada vez que aparece en escena te hace lamentar que Aménabar no se centrara en contarnos su historia, emotiva y dramática y mandara a paseo a Hipatia.

Del mismo me parece excelente, pese a todos sus faltas, Amonio. Esa simpleza, esa brutalidad, pero a la vez esa fe tan admirable y pura. Juntos elaboran la mejor escena de la película, una preciosa secuencia en la que reparten pan entre los pobres, que te empuja a pensar que en el fondo quería Amenabar realizar una película religiosa en vez de un pastiche laicista que es lo que le salió al final.