Qué queréis que os diga, pese a las tres nominaciones a los Oscars y una estatuilla a la mejor banda sonora, al glamour del cine de los años cuarenta y a Bette Davis y compañía, a mí esta "La extraña pasajera" me ha parecido una película plasta. O haciendo un juego de palabras obvio, "poco pasajera". En cualquier caso se trata de la adaptación cinematográfica de la novela de Olive Higgins "Now, Voyager" (1941), cuyo argumento guarda cierto paralelismo con el de "La heredera" (1949). Pero claro ni el menor Irving Rapper es William Wyler, ni la desconocida Higgings es Henry James, ni Davis supera aquí a Olivia de Havilland, que se llevó el Oscar como a la mejor actriz.

Comparaciones al margen la historia tiene como dos partes que nunca llegan a funcionar ni por separado, ni en conjunto. La primera gira sobre una madre autoritaria y su no deseada hija, que se ve que es una plaga en los Estados Unidos ya que más adelante nos encontramos con otra en su misma situación, pero todo se ve como muy exagerado, incoherente y hasta histriónico. En la segunda, emerge una historia romántica cada vez más rollo, que tampoco convence, entre otras cosas por fantasioso y porque muy difícilmente este hombre se iba a enamorar de esa mujer, que demuestra ser poco atractiva, aunque aquí nos quieran convencer de que lo es y en grado sumo.