Especie de puesta al día de "Vacaciones en Roma" (1953) pero cambando la capital italiana por un rosario de urbes europeas que incluye Praga, Venecia, Berlín o Londres. Lo que antes era una princesa ahora es la hija del Presidente de los Estados Unidos y sí en aquella ocasión el galán era un fantasioso periodista, en esta ocasión el joven es... no, no lo puedo decir porque tiene miga y estropea el argumento. Lo que sí anticipo es que estamos ante un ejemplo más de relaciones desiguales de esas que en general detesto, ella rica, él pobre, pero que en algunas ocasiones funcionan bien, para que veáis que no soy tan clasista. Este es el caso, tal vez porque la clase de personajes y la trama-fuga lo requieren, y también porque el chico se porta como todo un señor.

Supongo que como ya tengo ganado el infierno cinematográfico, ese donde somos arrojados todos aquellos herejes de gustos discordantes con la opinión mayoritaria y erudita, no me importa decir que me ha gustado más que el gran clásico de William Wyler. La trama es de lo más inocente y su desarrollo es predecible hasta el extremo. Sin embargo Andy Cadiff tiene la ventaja de contar con Mandy Moore, una joven muy simpática que además está como un tren, motivo por el cual todas las aventuras de su Anna Foster, incluso sus boberías, que las hace aunque justificadas por su delicada situación, la hija sobreprotegida de un sobreprotector presidente del país, se siguen con un enorme interés. Al final, muy majos los dos, una bonita historia romántica y buen rollo del sano.