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3
Drama. Bélico En 1926, Gorostieta (Andy García), un general retirado, ve cómo en México estalla una violenta guerra civil. Con el apoyo de su esposa (Eva Longoria), decide unirse al bando revolucionario y transformar a un grupo irregular de rebeldes, sin líder que los dirija, en una fuerza heroica, capaz de defender con valentía la causa de la justicia. Se basa en la Guerra Cristera (1926-29), una rebelión que estalló debido a la persecución de que ... [+]
20 de abril de 2014
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La guerra cristera (1926-1929, aunque luego hubo brotes en los años 30) cotiza al alza en los círculos liberales, que se creen tradicionalistas. El motivo es que fue una lucha puramente religiosa, es decir, puramente católica, y también democrática, religión y democracia, unión que es el gran objetivo de la Iglesia Romana postconciliar. De todos modos, la apelación constante a la libertad en general y a la libertad religiosa en particular, resulta aberrante en boca de una confesión que desde siempre, durante siglos y más siglos, ha impedido con todos los medios posibles, hasta el asesinato, no sólo cambiar de credo sino dudar o despegarse un milímetro del dogma establecido. Todavía en los años 20 ésta era la política oficial, aunque no se llevara a cabo con tanto fervor por la falta de colaboración de los gobiernos de países católicos. Ahora bien, también es verdad que el concepto de "libertad" es mudable y que como casi siempre significa "libertad para mí, esclavitud para ti" se pueda reclamar, por ejemplo, para ejercer el culto católico mientras se prohíbe cualquier otra manifestación religiosa.

"Cristiada" se encuentra con el hueso duro de querer justificar, incluso glorificar, lo injustificable. A ver, la república mexicano, liberal, masónica y anticlerical, aprobó una serie de medidas muy duras para la Iglesia Católica, sintetizadas en la ley Calles pero ni de lejos lo suficientemente graves como para mover al episcopado a suspender el culto público y sobre todo, a que grupos de exaltados se levantaran en armas. La ley limitaba el número de curas, ordenaba hacer registros de iglesias, expulsaba a los clérigos extranjeros y cosas así. Lo más grave era la pena de cinco años de cárcel para los sacerdotes que criticaran al gobierno. Molesto, pero más suave que la Kulturkampf de Bismarck que desde luego no obtuvo como respuesta una guerra, que como la mexicana pronto degeneró en matanzas de un gobierno democrático y de los rebeldes, que no tuvieron nada de santas. Lo dicho sería secundario si la película contara con más habilidad e imparcialidad que presupuesto. Abarca demasiado pero explica poco y mal, perdiéndose en una serie de personajes, episodios y batallas, todo muy cansino.
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