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4
Terror. Intriga El escultor de un museo de cera tiene una fuerte discusión con su socio, porque este pretende incendiar el local para cobrar el seguro. Años después, mientras el profesor Jarrod intenta reconstruir el museo, se producen extrañas desapariciones. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2014
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cierta tertulia televisiva escuché que cualquier cosa que sobrepasa la raya de lo que es humano, como queriendo mimetizarse con nosotros pero sin llegar a conseguirlo, produce una extraña inquietud que nos lleva a rechazarla. Por ejemplo, todos vemos con comodidad a un R2-D2 o un C-3PO de la saga Star Wars. Tampoco produce la más mínima aprensión los replicantes de "Blade Runner" (1982) o la propia Arale de "Dr. Slump" (1981). Sin embargo, estos androides tan perfectos, pero aún detectables, que nos están sacando en Japón, por ejemplo, el Actroid, pueden ser perturbadores para muchas personas. Sí esta teoría es cierta, explicaría muy bien el miedo que pueden llegar a causar las muñecas como también las figuras de cera. Por ejemplo, ver como se derriten da mal rollo.

Para desgracia nuestra, una cosa es que toda esta larga introducción sea verdad y otra que la película cause algo remotamente cercano al miedo, que no lo hace. Para ser justos, hay cosas buenas pero también otras malas en "Los crímenes del museo de cera". En el primer grupo, la presencia de Vincent Prince, algún giro diría que espectacular, una intriga no desdeñable o esos golpes de humor con las tres visitantes de la exposición, que son encantadoras, o con la chaqueta al final. Pero en el otro apartado, los errores son muchos, desde la sencilla investigación policial, con un botella de whisky, hasta las "precauciones" del malo para no delatarse pasando por el empresario pirómano. Me temo que me quedo con el remake de este remake de una de 1933, con la estupendísima del 2005.
Reaccionario
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