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6
Aventuras Robin de Locksley regresa a Inglaterra tras combatir contra los infieles en las Cruzadas.Mientras tanto Juan sin Tierra, el hermano del Rey Ricardo I, ha usurpado el trono y gobierna despóticamente, por lo que el noble sajón decide refugiarse en el bosque de Sherwood y luchar contra él para devolverle la corona a Ricardo. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2012
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira que "Robin de los bosques" sea una cinta de 1938. Desde luego es mejorable, pero, en general, es de lo más agradable de ver. Antes de criticarla deberíamos tener en cuenta el género y, sobre todo, el tono. A los que la tachan de infantil o ingenua, habría que recordarles que los cuentos o los dibujos animados también pueden serlo y no por ello son obras menores. Que para disfrutar de un combate no tenemos porqué ver miembros amputados, para unos diálogos, tener que oír tacos cada dos por tres y para una historia de amor, que haya sexo explícito. De este modo, si nos metemos en ese estilo ligero, de aventuras y enfocado a todos los públicos, incluidos los niños, nos sale una cinta entretenida, con bastante ritmo y colorido, combinando de forma habilidosa la aventura, el romance y el humor. Aunque, eso no quita que la versión de 1991 protagonizada por Kevin Costner sea mejor, que por lo que recuerdo, lo era. Incluso tengo en mente la película de dibujos animados que realizó Disney en 1973 que supongo que no se quedará atrás.

Sobre el propio personaje de Robin Hood, sí merece la pena comentar algo más. Para muchos ha quedado como el defensor de los pobres contra los ricos, casi una especie de precomunista. En este sentido, la tozudez de los izquierdistas por quererse apropiar de un personaje que claramente no les pertenece es a prueba de bomba. Tanto las leyendas, las novelas históricas (empezando por Walter Scott y acabando por la más completa, la de Howard Pyle, que leí cuando era niño) como las diferentes versiones cinematográficas sobre el héroe sajón, insisten unánimemente en que Robín y sus leales se convirtieron en proscritos para defender los derechos del Rey Ricardo, Corazón de León, que se encontraba en las cruzadas primero y luego preso en Austria. Mientras tanto su hermano, Juan Sin Tierra, se apoderó del trono y comenzaron sus iniquidades. De hecho, nuestros héroes recurren al robo como medio de lucha contra los usurpadores. Lo expuesto queda perfectamente reflejado en esta película de 1938, haciendo gala, desde el último forajido al propio Robin Hood, de una adhesión inquebrantable al legítimo Rey, que emociona y se agradece, al menos en mi caso, por lo que de comunistas o progresistas, Nanay de la China, sino derechistas, legitimistas, tradicionalistas y reaccionarios. El que piense que porque defiendan a los pobres y a los oprimidos tienen que ser izquierdistas a la fuerza, más vale que sustituya la propaganda sectaria y los clichés ridículos por la historia, es decir, por la realidad.

Sobre la propia película conviene aclarar varios puntos de interés. Por ejemplo, resulta instructiva la dicotomía entre normandos y sajones y cómo es superada, mediante el respeto y el reconocimiento de ambos pueblos pues ambos pueden vivir perfectamente en suelo inglés. Porque como diría Robín Hood, "No odio a los normandos sino a la injusticia", mensaje que, por otra parte, debe sentar como un tiro a los nacionalistas de todo pelaje, por los habidos y por haber, dispuestos hasta a morir, y sobre todo matar, por la "nación normanda" o "la nación sajona". Por otro lado, el propio héroe te resulta divertido pues aunque parece un tanto atrevido y hasta chulo, se lleva más de algún baño de humildad, nunca mejor dicho. Aunque, para gustar, y no me he olvidado de ella, Olivia de Havilland, que luce espectacular con esos vestidos que me trae, pese a no ser una moda muy favorecedora, la verdad sea dicha (ellos llegan a estar ridículos). Concretamente hay uno, cuando va de negro, guapísima, que parece directamente la bruja de "Blancanieves y los siete enanitos", que como es de 1937 puede que inspire este vestuario. Aunque no sé si es cuando está más bella, el recuerdo que se me quedó cuando la vi por primera vez, fue cuando sale con esas trenzas tan largas, menuda impresión que me llevé cuando era un crío. No me extraña que Olivia de Havilland, que por cierto guarda un parecido más que razonable con Kate Winslet (¿puede que por eso encuentre especialmente atractiva a la Winslet?), sea una de las actrices clásicas que más me gusta.
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