De los años setenta, cómo no, nos llega esta extraña cinta de aventuras y ciencia ficción, estilo fanterror, pero de factura inglesa, que no española. Como dato curioso, se rodó en Hong Kong, que era entonces una de las últimas colonias del imperio británico, allá en la China. El caso es que uno no puede resistirse a una película con ese título tan friqui, más aún en la versión en castellano: "Kung Fu contra los 7 vampiros de oro". Madre mía, ¿esto qué es? ¿Artes marciales contra no muertos? La cosa promete, más aún si a esto le añadimos al gran Van Helsing (Peter Cushing), al conde Drácula, a zombis que surgen de la tierra, todo ello en la China de comienzos del siglo XX.

Todo esto está muy bien y de hecho el material es perfectamente adecuado para realizar un vistoso remake, merced a la tecnología del siglo XXI y a los necesarios cambios que habría que realizar. Dicho lo cual, no hay que engañarse, la película es malilla, a pesar de su desenfadado planteamiento, la banda sonora y algún giro sorprendente. Pese a todo es demasiado estática, repetitiva y atribulada en sus escenas de lucha al barullo. Sin embargo, lo peor es que al final la propia idea termina siendo ridícula, con vampiros sin más poderes que dar mamporros como si fueran unos karatecas pero enmascarados. Por lo menos no se hace aburrida. Regular.