Segunda parte de ese pequeño clásico de la aventura de 1999 que volvió a poner de moda el antiguo Egipto, las pirámides y, por supuesto, las momias, convirtiéndose de paso en un gran éxito comercial al colocarse como la séptima más taquillera del mundo. De hecho, el 2001 nos llegó la ligeramente bizarra "La máscara del faraón" o "Belphegor, el fantasma del Louvre", más o menos con los mismos ingredientes pero con Sophie Marceau. La película, teniendo en cuanta que trastoca a los personajes principales y se saca de la manga una trama completamente inventada, que casa mal con la primera, es entretenida pero no llega al nivel de la primera, pero que no veáis que soy un febril extremista de las secuelas por defecto. En esta ocasión la clave la da Roger Ebert en lo de "abandona a sus personajes, y usa el argumento únicamente como una vestimenta para los efectos especiales y las secuencias de acción". En efecto.

Hilando con lo dicho antes, lo que funciona en "El regreso de la momia", que no sé por qué regresa no cómo pude hacerlo, pero bueno, es precisamente la acción y los efectos especiales, salvo cuando aparece el Rey-Escorpión (Dwayne Johnson) al que se desaprovecha bastante, no sé si para reservarlo para el Spin Off del año siguiente. Por supuesto, el grupo de investigadores con un nuevo invitado, que es el hijo de la pareja protagonista, en especial Jonathan (John Hannah), que aporta los momentos cómicos y Evelyn (Rachel Weisz) que roba protagonismo a su marido con un recurso cogido por los pelos. A Rachel la veo más delgada pero para compensar le ponen un look en el que destacan esas botas acordonadas más del 1875 a 1925, pongamos, que de los 30. Eso sí, cuando corre o luche se las cambian por otras sin tacón lo que revela que si la mujer quiere ir sexy no puede ser peleona y al revés. Así, que no pelee.