Podemos comentar "El puente sobre el río Kwai" desde el punto de vista cinematográfico y del ideológico, cosas ambas que hay separar. Sobre el primero, no cabe duda de que es una buena película, una superproducción en toda regla premiada por un total de 7 Oscars, incluyendo las categorías principales. Por eso tiene un aspecto impecable. Comparad la fotografía, el montaje o la ambientación con otros trabajos de aquella época y veréis la diferencia. Por ejemplo, han tenido que pasar muchos años para volver a ver escenarios naturales tan impresionantes como estos. Luego es verdad que la historia, fragmentada entre la trama del coronel Nicholson (Alec Guiness) y la de Shears (William Holden), no acaba de tener la consistencia adecuada. La combinación de drama y aventura que suponen le hace perder profundidad pues en la primera, el conflicto casi desaparece, diluyéndose el enfrentamiento con el coronel Saito (Sessue Hayakawa) y en la segunda, aparte de ser lenta, hay muy poca acción. Diría que sobra. Es mucho más interesante lo que pasa en el campo. Ahora bien, el final es algo teatral pero no está nada mal, tenso, emocionante y espectacular.

Dicho esto, la película no trata sobre la penosa existencia en un campo de prisioneros. Ni tampoco es un ataque a lo japonés, ni una glorificación de lo británico. En cierto modo, estos son añadidos, casi inevitables dado el planteamiento. De lo que trata David Lean es de hacer de la derrota una victoria pero no de la raza blanca, ni de los ingleses sino del valor, la tenacidad y el orgullo de un hombre y con él la de un grupo de prisioneros. Se trata de una reflexión sobre el honor, el deber, la obediencia a las órdenes, la mentalidad castrense, la lealtad o los límites de la colaboración con el enemigo. En fin, lo que mueve este trabajo es la pregunta ¿se comporta bien el coronel Nichol? ¿En qué y cuando se equivoca? La respuesta de que está loco o "el sinsentido de la guerra" no sirve por pueril y genérica. De todos modos no es que sea un análisis muy profundo pero de esto va. En cambio, como dice el proverbio "Cuando el sabio señala la luna, el tonto se fija en el dedo". Es cierto que partimos de que los japoneses son los malos y los británicos, los buenos, y como tal funciona la película, incluyendo ciertas licencias para dar pie a lo que se quiere transmitir.

En lo que si peca "El puente sobre el río Kwai" es en alterar sustancialmente los hechos históricos cosa disculpable en toda obra de ficción. También idealiza mucho y le quita realismo tanto a la situación de los prisioneros como de sus carceleros. Ahora bien, parece que hay ciertas personas que se avergüenzan de que los Aliados hayan vencido en la Segunda Guerra mundial. Yo no. Estos prefieren que hubiera vencido el Japón, el socio de Alemania e Italia o a lo sumo, son neutrales por pacifistas. Que mueran otros con tal que no sea yo, es su lema. Su resentimiento, racismo (contra los blancos), anticolonialismo y progresía les hace compartir el mismo discurso que el de los nacionalistas japoneses. No me extraña. Por ejemplo, ignoran, porque lo ignoran, la inmensa brutalidad que movía a los ejércitos nipones, ni sus numerosísimos crímenes. Por ejemplo, que en el “Ferrocarril de la Muerte” (así se llamaba en realidad) se dejaron la vida decenas de miles de personas. Eso sí, murieron hasta 20 veces más orientales que occidentales. Malayos, fueron 29.638. Cualquier comparación con el Imperio Británico es sólo un insulto fruto de la incultura y los prejuicios ideológicos.