Tampoco es plan de comparar la presente con sus predecesoras pues evidentemente queda muy por debajo, sobre todo con la genuina de 1998 pero de todo modos "The Ring 2" es lo suficientemente amena como merecer un voto positivo. En realidad, no da nada de miedo, ni tampoco hay repullos, ni aparece nada sangriento o repulsivo, ni siquiera cuenta con una atmósfera perturbadora, ni la historia es tan buena como la original, es más, diría que es un tanto imprecisa. Dicho esto, me preguntaréis qué es lo que entonces hay de bueno en esta segunda parte. Pues principalmente, que tiene intriga, es difícil intuir por dónde va a salir la película, es bastante seria, dado el genero, y especialmente, que goza del prestigio de sus antecesoras. Es decir, uno le coge ya cierto cariño a Rachel (Naomi Watts) y a su hijo, o bien, ves con buenos ojos el filme por el buen recuerdo de las otras.

Pese a todo, el largometraje tiene más aspecto de "Scream" (1996) que "The Ring" (2002). Es consistentemente una americanada a pesar de que su director es japonés, Hideo Nataka, que es además el creador del "Ringu" (1998) original. Desgraciadamente, su hijuela tiene poca relación con la original, incluso el recurso de la cinta prácticamente desaparece para ahondar en el personaje de Samara (Daveigh Chase y Kelly Stables). Sin embargo, por esta línea aunque separa de sus raíces orientales más fructíferas por lo menos se refugia como mal menor en el subtema del "niño maligno" en la línea de "La profecía" (1976) o "Expediente 39" (2009). Una mención especial merece, la muy guapa Mary Elizabeth Winstead, que realiza aquí su primera aparición en la gran pantalla, tan fugaz e ínfima, que ni le vemos la cara. Quien le iba a decir que acabaría siendo una estrella.