El principal problema, y tiene muchos, del regreso más decepcionante de la historia del cine es que esta tercera entrega nace muerta, literalmente. Después de la portentosa "Alien" (1979), el magnífico colofón de la para mí mejor aún "Aliens: el regreso" (1986) es ventilado aquí cargándose a los supervivientes, excepto a Ripley (Sigourney Weaver), porque no había más remedio. Ya con esto se ha ganado mi odio pero es que encima la película en sí es tan mala que directamente deberían haber encarcelado a David Fincher por haberse cargado una de las sagas más fascinantes de todos los tiempos. Así de paso nos hubiéramos ahorrados basuras aún más grandes, tiemblo de recordar "El club de la lucha" (1999). O por lo menos haberle prohibido que siguiera dirigiendo. Fincher pasa por completo de los referentes ineludibles de 1979 y 1986, trastorna la personalidad de la heroína, ¿qué hace acostándose con el primero que ve?, el comportamiento de los Aliens o su ciclo reproductivo para convertir a uno de los seres más temibles del espacio en un vulgar bichejo al que se le puede marear como si fuera un perro. En un momento dado ella dice "veamos si es inteligente". ¿Cómo? ¿Acaso lo dudas después de tus dos terribles aventuras? Increíble la falta de respeto que David Fincher le muestra. Eso se paga.

Claro que si la protagonista, pues sí que está tranquila al principio, o el xenomorfo, vaya cazador más chapuzas que siempre deja testigos por no hablar del diseño informático que es el casi siempre aparece pero que es horroroso, no tienen mucho que ver con los originales, el resto de personajes o las situaciones tampoco. En lo primero éste es uno de los grupos con menos carisma que recuerdo. Sin llegar a ser traidor a mi especie, esperaba que el Alien acabara con todos. No están a su altura, son unos mantas y eso que supuestamente son unos criminales violentos, lo peor de lo peor. En lo segundo, aunque la trama tiene algunas posibilidades, una cárcel abandonada con un grupo de presos y sin armas, se desmorona en un desarrollo plano que le arrebata cualquier tipo de emoción. Por ejemplo, los ataques del monstruo son facilones, alguno de ellos grotescos, están delante suya y no lo ven. En esencia el guión encadena varias muertas hasta una recta final con un plan ridículo en el que no me enteraba de nada, todo muy flojo. Diría que esta película es la que me hizo perder la inocencia cinematográfica, esa que pensaba que de "Alien" o "Indiana Jones" sólo nacían obras maestras o que "Jungla de Cristal", "Rambo", "Gremlins", "Rocky" o "Arma Letal" significan siempre calidad.