Cualquier posibilidad de que se tratara de una buena película quedan disipadas cuando uno descubre primero que es francesa y sobre todo, que está dirigida por un señor como Luc Besson, que entre otras meteduras de pata, cuenta con su haber con la infumable “Adèle y el misterio de la momia” (2010). Yo como intento no ser prejuicioso pues decido ver “El quinto elemento” sin pensar en esto y de hecho durante la primera media hora esta especie de thriller espacial, muy influido por la franquicia de “Star Wars”, consigue mantenerse a flote, aunque sólo sea por su potente reparto. Quizás por esto consiguió la "proeza" para una cinta europea o de lengua no inglesa de ser la novena más taquillera del mundo en 1997, aunque como digo tiene el truco de contar con Bruce Willis y compañía.

Llegado un momento, más pronto que tarde, "El quinto elemento" empieza a desvariar. Quizás el detonante es la aparición de un histriónico Chris Tucker, que es el broche perfecto para una obra con un diseño de vestuario hortera-homosexual de Jean Paul Gaultier, esos trajes de marinero o botones, ese look de Gary Oldman y el propio Tucker y sobre todo, esa horrible camiseta que obligan a llevar a Bruce Willis. Por el lado bueno, Milla Jovovich, el quinto elemento y qué elemento, que vuelve a hacer de semidiosa, lleva un conjunto pasable que inspiró claramente a Misty de "Pokemon" (1998-). Mencionemos también a las azafatas, que aunque van regular, son guapas. Pero por encima de toda esta parafernalia, tenemos una trama infantil, aburrida y totalmente inverosímil. Decepcionante.