"La máscara del zorro" cuenta con el grave inconveniente de contar con un héroe por el que siente bastante antipatía, el Zorro, un hacendado e hidalgo español que no tiene otra cosa que hacer que convertirse en un traidor a la Corona apoyando a los mexicanos en su lucha por la segregación. En cambio, el gobernador Don Rafael Montero cuenta con todas mis simpatías, no sólo por ser leal al Rey y a la soberanía española sobre aquellos estados sino encima porque lo pintan de lo más romántico, enamorado de Esperanza. Ante tal villano comprendo que le tengan que añadir algunas maldades extras para que el espectador no fuera a pensar que es el bueno. Por si fuera poco el tal Zorro no sólo es un traidor y un bandido que se dedica asaltar a las fuerzas legítimas de un Estado (más adelante luchará contra los propios mexicanos) sino una especie de ricachón excéntrico que se entretiene con el capricho de ser el adalid del pueblo. Por otro lado, la fascinación que despiertan los delincuentes como este tipo enlaza a la perfección con el liberalismo que representa, cosas ambas, los delincuentes y el liberalismo, por las que siento muy escaso aprecio.

Dicho lo cual, la película es sorprendentemente graciosa y de lo más entretenida. Me recuerdo incluso a la saga de Indiana, aunque claro, con menos talento, especialmente por la mezcla tan acertada de aventura, drama, humor y romance. Todo bien entralazado, con mucha fluidez, un ritmo muy rápido con el que es imposible que te aburras, unos actores con bastante carisma y muy buena química y una banda sonora que viene que ni pintada con las escenas de lucha con espadas, por otro lado, razonablemente bien rodadas. Me atrevería a decir que sería una de las últimas muestras de ese cine ochentero y noventero muy ágil, fresco y desenfadado para ver en familia y pasar un buen rato con las peripecias de nuestros héroes. Es verdad que hay algunos momentos en los que la historia parece decaer un ápice y que la trama no tiene la intensidad que podría, pues el plan de los malos es un poco tonto pero aún así diversión y entretenimiento más que asegurado.

Puestos a decir, qué disfraz más malo emplea nuestro héroe. Pero si nada más verlo se sabe quién es. Además dentro de lo anecdótico habría que apuntar que mis ansias de venganza hacia el verdadero Zorro se hallan en parte satisfechas por el encarcelamiento en una sucia mazmorra por 20 años, por cierto, por las propias autoridades mexicanas que así le pagan sus servicios a la causa. Por otro lado, no puedo terminar sin hacer referencia a la guapa galesa, Catherine Zeta-Jones (Elena) cuya divertida relación entre Alejando (Antonio Banderas) es uno de los grandes aciertos de esta película. Concretamente el duelo en el pajar es antológico. Aunque, puestos a sacar punta, el vestuario de ella ha sido mejorado alterando la verisimilitud histórica del mismo. Concretamente la ropa interior, el corsé y las botas negras que lleva en dicha secuencia son más bien de la década de los 70 hacia adelante y no de inicios de los 40. Dicho cambio seguramente responderá a que es mucho más atractiva esta moda que la de 1841. O sea que como el cambio es para mejor, me encanta el look que lleva, especialmente en este duelo, no me quejo.