Reconozcamos que tiene buena pinta, dentro de las limitaciones del género de terror de bajo presupuesto. Aunque sobre esto hay que matizar. Los seis millones de dólares que costó no se pueden comparar con los 32,5 que engullió "La guerra de las Galaxias: El retorno del Jedi" (1983), ni siquiera los diez de trabajos más del montón como "La zona muerta", también de 1983, pero sobrepasan con creces los 1,8 de "Pesadilla en Elm Street" (1984), los 2,5 de "Viernes 13, 3º parte" (1982), por no hablar de "Viernes 13" (1980), que costó 550.000 dólares, siendo las tres bastante superiores a "La fortaleza", "El torreón", "The Keep" o como quiera que se la llame, verdaderos clásicos que han aguantado a la perfección el paso del tiempo, más la primera y la tercera. Es decir, no hace falta mucho dinero para hacer una buena película.

Pero a lo que iba. Por un lado, un reparto que incluye a Scott Glenn, Jurgen Prochnow, Ian McKellen o Gabriel Byrne, entre otros, coronado por una director de renombre como Michael Mann. Por el otro, un argumento sugestivo, una misteriosa fortaleza en la que algo ataca a unos soldados, por más que algunos repitan que mezclar el terror con lo bélico no cuaja, más bien diría que se complementan. Sea como fuere, hubiera preferido que nos encontráramos en la Primera Guerra Mundial, también Alemania invadió Rumania, antes que en la Segunda, pues tiene más glamour, pero en fin, también nos vale. La película, aunque es visible, es un poco chapuzas. Empieza bien pero pronto se difumine en situaciones y personajes que tienen poco que ver con la trama. Pero aún es que no expliquen nada: ni el bueno, ni el malo, ni el talismán, ni el tubo, ni....