Una de las películas más famosas, extrañas, originales y polémicas de toda la historia del cine, motivo por el cual merece tanto una defensa como un ataque que sea ecuánime. Sobre lo primero reconozco que es muy creativa y completamente diferente a lo que se había hecho hasta entonces y me temo que también después. La fotografía es bellísima, la banda sonora, impresionante, en especial el "Así habló Zaratustra" (1896) de Richard Strauss, los decorados, excelentes, y la narración, plagada de recursos innovadores como el empleo de elipsis. la postergación del lenguaje oral o el predominio del visual. Como digo, para el espectador de 1968 tuvo que ser una auténtica pasada observar el espacio con la rigurosidad casi de un documental. Tomad nota de cómo, siendo del mismo año "El planeta de los simios", representa la cabina espacial y cómo lo hace Stanley Kubrick, si bien también hay que decir que contó casi con el doble de presupuesto que la de Charlton Heston.

Dicho esto, ahora viene el ataque, resumido en el argumento de que la obra es un peñazo. Aburre, lo queráis reconocer o no, porque ese regodeo por parte de Kubrick, que se gusta mucho, hace que se alargue en casi todas las secuencias más de la cuenta. Por ejemplo, esa parte psicodélica, rayante y de colorines cercana al final, que dura diez minutos. Así, la película se vuelve plomiza, sensación potenciada por la ausencia de diálogos, inconcreción, elevada abstracción y escuálido guión. Incluso hay quien ni siquiera le encuentra sentido, cosa que sí tiene pese al esfuerzo del director y también guionista para que no nos enteremos. Entiendo que la película refleja la evolución del ser humano guiado por unos monolitos de origen extraterrestre. Lo que vemos son saltos cualitativos, desde el mono hasta el superhombre. Si, muy enigmático pero en el fondo una chorrada, que no sólo no tiene lógica sino que no explica nada sobre el hombre ni el cosmos (SPOILER).