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1
Romance. Comedia Max Skinner (Russell Crowe), un experto en inversiones viaja desde Londres hasta Provenza para vender un pequeño viñedo que ha heredado de un tío al que estuvo muy unido en su niñez. Lo que no esperaba en absoluto es que éste fuera el punto de partida de un estimulante capítulo de su vida. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2012
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ya de por si la mayor parte de las comedias románticas suelen ser unas empanadas, esta película que puede calificarse con rubor como "comedia romántica para hombres" resulta completamente indigesta. Una nadería rimbombante y pretenciosa pero tan aburrida, mema e intrascendente que a uno le cuesta comprender como alguien se ha atrevido a rodar algo con tan poco material. Y que encima esté dirigida por el otrora buen director Ridley Scott. Ni que decir tiene que en esta "Un buen año" no hay sombra del estilo del británico aunque para ser justo tampoco lo hay de inteligencia, talento o gracia. Por decirlo claro, en ningún momento hay siquiera un amago de sonrisa, ni tampoco algo que muy remotamente te toque la fibra sensible. Sólo payasadas, tópicos, dudas absurdas, pamplinas y recuerdos tirando a repipis. Lo suficiente como para condenar por completo cualquier obra que pretenda hacerse pasar por una comedia romántica.

"Un buen año" parte del grave inconveniente de contar con un protagonista, Max (Russell Crowe, que me da la sensación que se ha quedado para siempre como el de "Una mente maravillosa" ¿Será que Jennifer Connelly lo puso tonto?), que no te puede caer peor en menos tiempo. Un absoluto impresentable. Afortunadamente nada más llegar a Provenza, con el calorcito y los recuerdos de su tío, cuyas enseñanzas tan valiosas incluyen beber vino o falsificar su letra, se metamorfosea en alguien más humano. Más adelante volverá a mutar para dejar de ser un auténtico canalla que usa a las mujeres sin ningún pudor y convertirse en un devoto y fiel enamorado. Eso si, de la tía más impresentable de esa parte de Francia. Una mujer libre y emancipada, que sólo se encama con aquellos que van de paso para no tener complicaciones de ningún tipo. Muy progre y feminista pero siempre en lo alto de la escala social, propietaria de un bistrot, nada de empleada, faltaría más.

Como decía, "Un buen año" va de parida en parida (¿cómo va arreglar esa casa en 72 horas encima haciendo chuflas y jugando al tenis?) hasta que uno descubre que detrás de esta hojarasca no hay nada más. Ni sorpresa con el vino, ni con la supuesta hija (una muy guapa Abbie Cornish), de la que sólo deseaba que saliera indemne de tanto hombre, ni nada de nada. Todo tan simple como previsible. Visto lo visto me pregunto que quién se puede sentirse identificado con este soberbio y desaprensivo ricachón. Si al menos hubiera una evolución más o menos creíble o se le sometiera a un escarmiento para que nos riamos de él. Pero nada. Además, esa es otra, valiente dilema al que se le somete. ¿Quieres ser rico y seguir siendo operador de bolsa? ¿O bien retirarte a una vida tranquila y "familiar" en tus propiedades de la Provenza más rico todavía? Menuda duda existencial. Pero ¿alguien que no sea un snob de cuidado puede tomarse en serio esta historia y este dilema?
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