Aquí llega uno de los títulos más míticos por polémicos de la historia del cine. Pero antes de entrar en la nube tóxica que generó a principios de los setenta, centrémonos en la película en sí, sin aditivos ni colorantes. Y lo que tenemos es un drama romántico existencial con más pose que sustancia. La verdad es que interesa más como intriga y durante un tiempo se mantiene la ilusión del misterio pero al final queda todo en la historia personal. Cierto que Bertolucci nos ofrece algo más que desnudos y encuentros sexuales violentos pero desprovistos de erotismo, no sé si es esto lo que buscaba. Sin embargo, queda todo en un ataque preconcebido hacia las posiciones "conservadoras", más visceral que pensado, sólo aplaudible por aquellos que comparten este mensaje nihilista y revolucionario. La crítica es genérica, por ejemplo, hacia la familia, tramposa, unidireccional pero sobre todo, vieja pues parte de unos dogmas ya olvidados. Por este motivo su reestreno en Italia fue todo un fracaso.

Lo malo no es tanto que no se comparta su discurso, sino que esté mal reflejado. Yo por ejemplo, no me creo la relación, ni entiendo a los personajes, que parecen alucinados la mayor parte de las veces. Pero es que encima la historia es fea a más no poder. Yo no sé con qué cara se quedarían aquellos que iban a Francia a verla porque "El último tango en París" sin su carga sexual, se quedaría justo en lo que es. Sin embargo es esto mismo lo que la hizo entrar en el Olimpo del cine. Vista más de 40 años atrás, no es tan fuerte, ni mucho menos, pero en 1972 fue tal escándalo que la película estuvo censurada en varios países, por supuesto, España y Portugal, pero también en Italia hasta 1987, donde se llegó a condenar a cárcel a Bertolucci. Sin embargo, la obra no sólo fue indecente sino destructiva para los propios actores. Aquí la que se llevó la peor parte fue María Schneider, cuya intervención en la misma fue calificada por ella como el mayor error de su carrera, que llegó a arruinar su vida.