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España España · Barcelona
Voto de Sémele:
9
Drama Crónica del genocidio que tuvo lugar en Ruanda en 1994. Después de que el avión del presidente hutu fuera derribado, las milicias hutus causaron una auténtica masacre entre los tutsis. Augustín Muganza y Xavier, dos soldados hutus, desobedecen las órdenes de sus superiores para poder salvar a la mujer del primero, que es tutsi, y a sus hijos. Cuando Augustin es arrestado, ignora la suerte que ha corrido su familia, pero alberga pocas ... [+]
13 de julio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal crónica del genocidio ruandés de 1994. Ahora recuerdo los hechos con un poso de tristeza, y hasta mala conciencia: es cierto que poco pueden hacer las personas anónimas, pero es execrable que esto sucediera ante las narices de todo el mundo y, sabiéndolo, la comunidad internacional no moviera un dedo por detener una de las peores masacres que se recuerdan.

Es difícil separar la emoción (y la indignación) que despiertan estos hechos reales y el valor fílmico de este telefilm. Irremediablemente van unidos. El telefilm narra dos tiempos distintos casi en paralelo: en 1994 (a las puertas del genocidio) y en 2004 (cuando se juzgaba a algunos de los responsables). Llevar lo colectivo a lo individual ayuda a palpar todavía más la tragedia humana: Agustin Muganza (un extraordinario Idris Elba) es un hombre a quien le arrebataron la vida y que, a su pesar, tiene que seguir viviendo. Él es un hutu que en su día estuvo casado con una mujer tutsi; tuvieron tres hijos. Tiene además un hermano, Honoré, que le suplica por carta que vaya a verlo a prisión donde va a ser juzgado por su responsabilidad en la masacre de tutsis y de hutus moderados (los que ayudaron a los tutsis). Las viejas rencillas entre los dos hermanos se abren de nuevo, como una catarsis para el protagonista que se enfrentará a su drama personal que estaba soterrado.

Dos horas y cuarto, que te encogen el corazón y te atrapan definitivamente. Como testimonio tiene un gran valor: la naturalidad con la que fluye inexorablemente, el horror casi palpable de unas imágenes cercanas al documental, el desasosiego que azota a las personas con el que es tan fácil identificarse…

Pese al dolor (dada la indudable cercanía de los personajes fantásticamente interpretados por los actores) queremos conocer el devenir de Agustin y su familia, a la par que asistimos a la indiferencia de la comunidad internacional, responsables últimos con su colonialismo de crear odios y rencores entre seres humanos cuando antes no existían. El subyugar una raza a otra, como si no fueran personas, sino simples peones en un ajedrez, y el dividir etnias que antes convivían en armonía, sin duda, nos hace peores a la denominada “civilización occidental”. Pero naturalmente casi nadie es consciente (o no quiere ser consciente) de esa realidad.

El esfuerzo que se hace por mostrar personas, y no juzgar, tan sólo mostrar los hechos, es también apreciable. Reducirlo a buenos y malos hubiera sido una ridiculez supina: lo esquiva, con mucho acierto. Por eso sentimos cercanos a Agustin (con el talento brutal, la gran presencia de Elba), por la vulnerabilidad y la contención con la que se muestra, y su determinación, y a Honoré, a las puertas de pagar sus “errores”, que, sin embargo, trata de acercarse a su hermano para vivir ambos una catarsis necesaria.

Es cine, o televisión, que se necesita ver, que remueve consciencias y que ayuda a conocer realidades que no son tan lejanas ni en el espacio ni en el tiempo. Aunque lamentablemente aquéllos que deberían sentirse responsables, no se sentirán salpicados, puesto que estoy segura que piensan que actuaron bien al no actuar, aunque moralmente sea execrable. Ya lo dice un personaje, en un momento dado: “Sólo son ruandeses matando ruandeses”. Si los ruandeses hubieran tenido petróleo o diamantes, sin duda, habrían intervenido… Y me pregunto si no somos responsables nosotros por dejar que nos gobiernen políticos que sólo buscan su propio beneficio y les importa un comino lo que le pase a las personas de a pie.

Un telefilm doloroso y extraordinario. Duro y conmovedor.
Sémele
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