A pesar de las licencias que se toma en la adaptación de la novela de William Faulkner, haciéndola más comercial y con unos personajes más agradables y asequibles para el gran publico. Sobre todo el de Paul Newman, el personaje de la novela no es un macho alfa precisamente. Rodada en unos bellísimos paisajes naturales, en los que se percibe el calor humedo y intenso del verano, como es costumbre en el cine de esa época, unos diálogos brillantes y un Paul Newman encantador de serpientes y buscavidas genuino, frente a un Orson Welles aun en buena forma, como un cacique de la vieja escuela, pasiones y convencionalismos típicos de aquella época, como la imperiosa necesidad de casarse para las mujeres y también una Joanne Woodward espléndida que le planta cara a Paul Newman sin arrugarse el vestido en ningún momento.