Larry Crowne, nunca es tarde, o una típica película americana más de superación de problemas de la vida con optimismo. La diferencia quizá, lo que la hace destacar y un poquito más soportable que la media, radica en que viene de quien viene, pues esta dirigida y protagonizada por uno de los mejores actores de todos los tiempos. Bueno, quizá la nostalgia de la década de los ochenta nos obligue a algunos a citar siempre alguna de sus películas, es uno de los grandes de la década de los noventa e indiscutible en diversos personajes entre el final del siglo veinte y en los primeros años del veintiuno. En la actualidad ha decaído algo su carrera, con películas que no pasan del aprobado, por entretenimiento, como bien le podría pasar a esta aunque no, y más que nada porque me coge en un día no muy malo.

No obstante, de un actor como Hanks no me atrevería a decir que ha llegado el declive, por una racha de unas cuantas películas ligeras, de esas que suelen decirse que son para hacer caja, y que no invitan a pasar por taquilla en su mayoría.
Tampoco diría algo así de Larry Crowne, pues tiene sus cosas buenas, y da hasta cosa ponerle una nota baja, incluso me he obligado a recapacitar con el debut de Hanks como director en pantalla grande, The Wonders, alegato musical y añoranza en forma de una época con el contorno circular del disco de vinilo.

Del guion e historia en general de la película, poco se puede decir salvo la simpleza del mismo y a ratos con poca chispa, realizado a pachas con Nia Vardalos (Mi gran boda griega), aunque si cabe añadir que se sabe explotar al grupo de personajes secundarios, a excepción de Pam Grier que sale en un par de escenas contadas. El más memorable de todos ellos es el profesor de economía Dr. Matsutani, interpretado por George Takei, actor con una larga lista de apariciones en series de televisión a sus espaldas y que aquí destaca sobre el resto.

Y finalmente la que debería ser la clave, el encanto y la química entre Julia Roberts, aquí como profesora, y Tom Hanks, aquí alumno aplicado, menos del esperado al menos para un servidor, recordando sus respectivos personajes en La guerra de Charlie Wilson, de Mike Nichols, y es que a lo mejor algo tenia que ver que Seymur Hoffman estuviera por ahí en medio.
Conclusión; aprobado por aportar un poco de humor e imaginario pero alegre positivismo en los tiempos difíciles por los que esta pasando el mundo.