La ciencia ficción es un género que siempre ha servido para reflexionar, lo vemos en la literatura con los ejemplos básicos de Huxley y Orwell, que usaron simbólicamente universos alternos y tiempos futuros para dar muestra de nuestras fallas, del hacinamiento social, de lo condicionante en que resultan nuestras acciones. El cine también ha sido espacio para ese discurso, filmes de imprescindible visión como Metropolis, Odisea 2001, Solaris descomponen nuestra naturaleza en tres universos diferentes, atados a una tecnología que no logramos entender. En lo que sí coinciden es en el manejo del factor tiempo como elemento decisivo en nuestro proceder, sobre todo en la obra maestra del incomparable maestro ruso, en donde se plantea al ser humano condicionado por el tiempo de una manera de poca comprensión y entendimiento. Algo como visionar el tiempo con vida propia, tan cambiante como la vida misma.

Eso plantea este buen filme de La Llegada, tal vez más orientado a obras como Encuentros en la tercera fase (1977), El hombre que mira al Sudeste ( 1986) o Contacto (1997) en cuanto al tema de como siendo “los seres mas evolucionados del planeta” nos cuesta mucho la comunicación concreta y directa, el sentir empatía fuera de la competencia e intereses personales y como dificultamos una sola línea de comunicación para temas tan importantes y ahora utópicos como la paz y equidad. Pero La Llegada es un filme que habla en un plano de igual importancia sobre como concebimos el tiempo y lo poco que entendemos de él, e incluso se deja decir entre líneas que entre mejor nos sepamos comunicar tendremos el regalo de disfrutar el tiempo en un concepto más amplio de disfrute del mismo (tiempo+comunicación= mejor convivencia). Por otro lado más técnico hay que alabar lo que hace Villenueve (uno de los mejores directores del momento) en su labor de acercarnos a la realidad que propone el filme, es que hay que decirlo, la fotografía de Bradford Young es magnífica y la banda sonora de Jóhann Jóhannsson desde ya hace fila a hacer la mejor del 2017. Por allá en segundo plano quedan los maravillosos efectos especiales y digo en segundo plano porque, los mismos sirven plataforma para la credibilidad de la historia pero no son protagonistas directos. Para acabar, hay que decir que Amy Adams anda en un nivel bárbaro de interpretación. La llegada es ciencia ficción para pensar y disfrutar, incluso en su parte más onírica hay mucho que hilar en su propuesta. Para este servidor es (algo que pasa pocas veces) un clásico instantáneo de género.